Abrazando la luz... (la llama)

Avivando el calor, para asi apagar el dolor

Había una vez un potrero donde iba a jugar cuando era chico, una plaza.
Me acuerdo cuando era chico y que cada vez que llovía mucho y se inundaba la calle, en el barrio todos salíamos a jugar al fútbol con una pelota de goma, porque obvio, flotaba. Pero hoy no se puede jugar, porque estas lluvias no solo inundaron calles, taparon canchas de fútbol, sino que también se llevaron recuerdos. Una amiga de mi vieja contaba que en la ultima inundación, en el 2003, la madre se deprimió mucho cuando vio que el agua no solo se había llevado muebles, sino que también las fotos de sus hijos, sus recuerdos de toda la vida, habían sido arrasados por el agua, por el río. Y es ahí donde nos damos cuenta lo que realmente vale.
El agua esta vez estuvo cerca de mi casa, a media cuadra. Lo que hizo que por un lado me quedara tranquilo de los míos, pero mal por los ajenos, esas personas a las cuales, ahí nomás a la vuelta de la esquina quedaron con las casas con 30 cm. de agua, o más.
Pero pese a todo me quedo tranquilo, porque el pueblo resiste, vi mucha gente ayudar, como así también muchos (hundidos en su egoísmo quizás), prefirieron quedarse apartados. Hubo muchas peleas, la odiada lucha de pueblo vs. Pueblo mientras los responsables se refugian detrás de grandes escritorios burocráticos.
Algo que me dejo mal fue que el primer día, cuando volvía del centro de evacuados que esta en el club Unión, vi a varios chicos aspirando poxiran... esto me hizo replantearme muchas cosas, hasta de cuestionar la forma en que estaba ayudando. Tratar de mejorar algo para luego ver que en nosotros mismos esta la capacidad de autodestrucción.
Quiero rescatar algo, una frase del negro Alejandro Dolina que me hizo cerrar la idea que tenia dando vueltas en mi cabeza:

“...los Hombres Sensibles de Flores. Por suerte, estos espíritus tan proclives al macaneo metafísico tenían una noción sonante y constante de la ayuda. Jamás alcanzaron a comprender a quienes sostienen que escuchar las ajenas lamentaciones es ya un servicio abnegado. Nada de apoyos morales ni palabras de aliento. Llegado el caso, los muchachos del Ángel Gris actuaban directamente sobre la circunstancia adversa: convencían a mujeres tercas, amenazaban a los tramposos, revocaban injusticias, luchaban contra el mal, detenían el tiempo, abolían la muerte.”

Crónicas del Ángel Gris

La acción que implica abolir la muerte tiene muchos significados, encontré el mío para poder retomar el valor para seguir adelante ante cualquier adversidad, espero que sirva. Dentro de las cosas que el agua se lleva, por suerte, agradezco la conciencia que tengo de lo que realmente vale, es nuestro deber luchar por esa plaza, por esa calle, por ese potrero, ese espacio especial que tenemos y adonde nosotros nos sentimos realizados, inmortales...

Ni olvido ni perdón para todos los inundadores...