ESTRELLAS

Con música de grillos como banda sonora y alguno que otro gallo de fondo (buscando protagonismo también) las calles de Amaicha del Valle tomaban un color diferente, parecían calidas e interminables. El pueblo se disponía a descansar y fue arrullado con nuestras canciones, las que interpretábamos sin más que nuestra voz y una pandereta improvisada con tapitas de cerveza...
La magia se desato en un callejón, fue en ese lugar exactamente donde nos ocurrió aprovechar la oscuridad y mirar hacia arriba, para ver lo que en una ciudad sería imposible... el verdadero color de las estrellas.
Sobre ese paño negro tendido sobre Tucumán además de las estrellas se extendían miles de pequeños puntos, diminutas partes de un todo, que formaban un camino blanco que llevaba a ninguna y a todas partes a la vez.
Había una fogata que nos iluminaba: una comunión de almas que se disponían a vivir todos al mismo tiempo un mismo recuerdo, algo que buscaban construir cual sueño habían querido soñar alguna vez. Los ruidos de las chispas de estas brasas buscaban dar música junto con la risa y las miradas de complicidad, a esa juntada que no tenia más testigos que la noche tucumana...
¿Saben lo que se siente abrazarse al alma de otro? ¿olvidar la materialidad, lo frágil, ir a lo eterno a lo inmutable e incambiable? ¿No sentir el frió porque estas abrigado por el calor que te da una mirada?
Yo lo sé, yo lo sentí... no lo puedo explicar, cada tanto me pasa, sentir que vas más allá de lo visible. Es cerrar los ojos, abrir los brazos y mirar hacia arriba, esperando que el viento te lleve lejos, sin siquiera moverte del lugar donde estas parado...