REBEL MUSIC

“Con la tabla de lavar la ropa hacían la percusión. La raspaban para darle ritmo a lo que después sería el jazz”. Ese fue el comentario, que tuve una vez en el chat, sobre la historia del Jazz, desde su nacimiento como música de expresión de las masas “negras” oprimidas en los Estados Unidos.
En la National Geographic salió un artículo dedicado al rap, no solo visto como movimiento social en crecimiento, sino más bien, analizando su origen en África. Mi sorpresa no estuvo ahí, en la temática de la nota en sí, sino en el gran árbol genealógico (mixturado con línea de tiempo, a modo de orden cronológico) que explicaba la raíz de la música. Partiendo del Griots (canto de África occidental) el cual conservaba el folclor puro, las historias contadas y cantadas a modo de improvisación (“de payada” para los más criollos). Desde esta raíz africana se puede trazar una línea directa al Hip Hop, al retorno a las raíces que buscan conservar el canto, la historia, el folclor (ojo, no cualquier Hip Hop), obvio que antes pasando por el Blues, el Jazz, Soul, Rhythm & Blues, Rock&Roll, Reggae, Salsa, Ska, Electrónica y finalmente el Hip Hop. En cada uno de estos ritmos, el dolor de un pueblo era expresado a través del color de un acorde; una analogía entre la palabra o el sonido como metáfora y la historia de opresores y oprimidos que se escondía detrás de cada variación musical y cada estrofa interpretada como grito de guerra.
Los escépticos aún mantienen que África no es inherente a la raza humana, puesto que no quieren ver su “sangre” mezclada o “manchada” con la de los “esclavos” designados así, nadie sabe porque divinidad, a esa sumisión y humillación. Nos siguen pintando a los habitantes de los países africanos con taparrabos y con huesos entre los pelos, como nativos salvajes que dedican su vida a las artes culinarias de comer exploradores europeos, de adorar falsos dioses, a comunicarse mediante sonidos guturales inentendibles para el oído afrancesado (o mejor dicho “europeizado”) y por sobre todas las cosas, incapaces de no hacer otra cosa que vagar entre los árboles como monos. Nos hablan de África como si nunca existió un Patrick Lumumba, o un Nelson Mandela (entre los más conocidos mundialmente), y por supuesto cuantos héroes anónimos. Son estos escépticos que dedican su vida a contar historias sobre Tarzanes, los cuales necesitan ser “humanizados” para poder integrar el gran eslabón perdido entre el hombre y la máquina, el eslabón que necesita el capitalismo para cerrar el círculo: un ser que pueda comunicarse con las bestias (los “negros”), necesarias para mantener la mano de obra barata y por supuesto, los precios más bajos y la estabilidad en el mercado.
Lamento informar a estos seres, que África es cuna y madre tierra para todo lo que nos rodea, todo lo primario que poseemos en nuestra esencia. De un análisis profundo de la historia musical, de la influencia en el resto del mundo podemos desprender eslabones para ubicar a la madre tierra (o padre tierra) como inherente al desarrollo de muchas otras cualidades humanas, el nacimiento de la especie como hoy en día se la conoce.
La ciencia comenzó un éxodo hacia África, hacia las raíces y la cultura, para poder entender más los orígenes. Es hora que vayamos más allá como seres pensantes que somos y logremos ubicarnos como especie, no como “razas”, subdivisiones bastardas que no hacen más que esconder verdades.
¿Será por eso que la música nos une, acerca, nos derriba fronteras? ¿Está en sus raíces esa fuerza original que va directo a lo primario, el oído, para que solamente nos comuniquemos a través de ese dialecto universal?

“Hasta que los leones tengan sus propios historiadores, las historias de caza siempre glorificarán al cazador”
“La muerte de un anciano es como una biblioteca que se quema”
“Una juventud que no cultiva la amistad con los ancianos es como un árbol sin las raíces.”
-Proverbios africanos-