INMORTALIDAD

Si ella caía, él se caía...

Es increíble a lo que estamos decididos. Es valor de una lagrima, un suspiro, una palabra, una caricia. Es la distancia la que separa y la que une las partes, en un momento donde todo separa y todo une. Las tardes de sol en las que ellos salían son ya eternas, nadie las puede tocar. Ese sol es inmutable, nadie lo puede cambiar; es un espacio donde nadie los puede dañar, nadie los puede tocar, nadie los puede alcanzar.
El perfume de ella en la cama es lo que lo mantiene atado todas las mañanas a la almohada, pero las ansias de verla es lo que lo mueve, como un motor impulsivo hacía nuevos horizontes, y si hoy eligió no quedarse en la cama sino que buscó vivir, fue por ella.
Ella volaba, eso él lo sabía y lo disfrutaba. Todo el día estaban no haciendo nada ¿O acaso era que estaban haciendo todo? ¿Qué entendemos por nada? ¿Acaso respirarse preguntas y respuestas en silencio es nada?
“Todo sigue, todo cambia”... afirmaciones efímeras como el significado de la frase en sí. ¿Y si nada es eterno? ¿Y si tenían razón? ¿Y si lo que dura un suspiro es lo que llamamos felicidad? Entonces dura para siempre. Son esas cosas las que no se olvidan; y si algo tan fugaz como un suspiro o una sonrisa son capaces de cambiarte las percepciones de las cosas... entonces quiere decir que son inmortales.

Si ella cae, yo caigo...